La Segunda Guerra Mundial marcó un precedente en la historia global con la destrucción y vidas perdidas que dejó a su paso, sin embargo, en los campos de batalla también había esperanza, esta es la historia de Wojtek.
Al inicio de este enfrentamiento bélico Polonia fue dividida en dos zonas de ocupación militar, Alemania y la ahora extinta URSS, por lo que parte del ejército polaco permaneció cautivo en prisiones o campos de trabajo forzado.
A la caída de la alianza entre Hitler y Stalin debido a la invasión de Alemania a territorio soviético con la Operación Barbarroja; el gobierno polaco acordó un tratado para la liberación de más de 40 mil soldados y 26 mil civiles.
Gracias a esta negociación encontraron la libertad a mitad de Asia Central por lo que inició su éxodo hacia Palestina, donde se encontraban otros miembros de las fuerzas armadas polacas en el exilio.
Una vez reorganizados en Irán serían enviados a dos divisiones ubicadas en Líbano y Palestina, iniciando así su camino por los montes Zagros, ahí fue cuando conocieron a un niño kurdo quien traía un osezno en la espalda. Seguramente su madre había perdido la vida por cazadores ya que aseguró que encontró al pequeño oso escondido en una cueva.
Los soldados polacos notaron que el peludito se encontraba en muy mal estado, por lo que decidieron hacer lo imposible por comprárselo, le ofrecieron raciones de comida completas, dulces, latas de carne y un curioso bolígrafo que se convertía en una navaja suiza. Aunque en un principio el pequeño se resistió a dejar ir al pequeño oso finalmente accedió, por lo que sin quererlo ahora este curioso peludito se volvería parte de una familia, más allá del lazo militar que se vivía en ese momento.
Sus compañeros le habilitaron un biberón con una botella de vodka vacía y un trozo de tela, la cual llenaban constantemente de leche condensada, aumentaron parte de sus raciones conforme iba creciendo, añadiendo miel, fruta y jarabe.
A su llegada al campamento del ejército polaco el oficial al mando Wojciech Narebski se impresionó con la llegada del oso, el cual ya era un adolescente y no lo retiró del lugar ya que infundía moral en sus tropas.
Los soldados lo acogieron como un amigo más, lo alimentaban e incluso compartía la cama con algunos de ellos, en cierta parte comprendían la sensación de despojo por la cual se encontraba pasando el osito.
En ese momento no tenía nombre, por lo que el oficial decidió nombrarlo Wojtek, un diminutivo de su nombre Wojciech, el cual significa «guerrero sonriente». Su estadía en el campamento no fue del todo positiva, ya que el curioso animalito requería saciar la inclemente sensación de calor con largas duchas de agua fría, además de aprender a abrir algunas provisiones, entre ellas las que contenían cerveza.
Algunos soldados le enseñaron a hacer algunas novatadas, por lo que a los nuevos miembros de la división fingía que los iba a morder, por lo que gritaban desesperados ante las risas de sus compañeros. Sin embargo lo que muchos disfrutaban era la hora la de las luchas, ya que su inclemente tamaño lo hacía un contendiente digno de una hazaña olímpica.
Recibió una condecoración especial así como una ración especial de cerveza y la libertad de bañarse con agua fría todo un día, debido a que cuando se encontraba en las duchas encontró a un espía que en cuanto lo vio corrió despavorido. Este ingenioso peludito aprendió a caminar en dos patas por lo que era usual que marchara acompañado de sus compañeros de división.
Fue en 1944 cuando la 22ª Compañía de Suministros de Artillería fue llamada al servicio en Italia, la misión tomar una línea de fortificaciones conocida como la Línea Gustav, ellos se encargarían del punto denominado como la abadía de Montecasino.
Sin embargo cuando estaban por embarcarse en un navío británico les negaron el acceso de su amigo peludo ya que el ejército inglés «no aceptaba mascotas» por lo que sus ingeniosos compañeros solucionaron este problema burocrático enlistándolo en el ejército polaco. Era tan grande su cariño por el oso que no iban a dejar que se quedara atrás, le dieron su documentación oficial, uniforme y tienda de campaña, por lo que se dice que el oficial inglés que le dio acceso le dio una palmada en el hombro izquierdo mientras le deseaba buena suerte en su viaje.
De acuerdo a los expertos la batalla en Montecassino fue una de las más complicadas en la última recta de la Segunda Guerra Mundial, por lo que el uso de artillería jugó un papel importante para la victoria de los Aliados, quienes buscaban ingresar a Roma a toda costa.
El oso aprendió a imitar a sus compañeros a costa de una recompensa, por lo que al ver que ellos movían pesadas cajas de municiones el comenzó a hacer lo mismo y aprovisionó los cañones de su compañía. Uno de sus compañeros logró observar el momento exacto en el que acarreaba un enorme proyectil sin problema alguno gracias a su fuerza, por lo que decidió dibujarle y desde entonces se convirtió en el símbolo del batallón, no solo dio aliento a sus compañeros, también a todos los polacos que vivían lejos de su hogar. A pesar del sonido de los disparos y las estruendosas bombas continuó con su labor, razón por la cual fue ascendido a cabo.
Este peludito continuó realizando estas tareas hasta 1945, cuando se desarticuló el último bastión de la resistencia fascista en Italia, por lo que los soldados polacos fueron enviados a casa, pero muchos de ellos no quisieron regresar a Polonia debido a que se encontraba bajo el control soviético. Gran parte de ellos se trasladaron a los Estados Unidos y el Reino Unido, el osito y muchos de sus compañeros se ubicaron en Escocia, donde fue recibido como toda una celebridad gracias a su trabajo en el campo de batalla.
La compañía se disolvió en 1947, por lo que sus compañeros comenzaron a buscar un hogar para el osito, el zoológico de Edimburgo se hizo cargo de él durante los próximos años. Ahí fue jubilado como teniente gracias a su valentía en el campo batalla.
Sus amigos del batallón lo seguían viendo a menudo, pero lo notaban un tanto decaído ya que pasó de vivir cientos de aventuras en las estepas de Asia y en el desierto de Egipto e Irán en compañía de sus queridos amigos a estar en un solo lugar. Aún así se emocionada cuando los escuchaba llegar, algunos de ellos incluso volvían jugaban a las luchas con él como cuando estaban en el campamento juntos y le llevaban su comida favorita como en los viejos tiempos.
Durante varios años fue un símbolo del país, estelarizó varios programas especiales y recibió varios homenajes en vida, perdió la vida en 1963 por causas naturales a los 22 años de edad. Muchos ejércitos en el mundo lo siguen poniendo de ejemplo en sus academias, por otro lado ha sido reconocido por demostrar el apoyo que este animalito mostró a sus compañeros humanos en uno de los eventos bélicos más importantes del mundo.
Escoceses y polacos realizaron una colecta en el 2015 para erigirle una estatua en West Princess Street, Edimburgo, el oficial que lo recibió en 1942, Wojciech Narebski estuvo presente en la inauguración diciendo lo siguiente:
Wojtek no pudo regresar a Polonia pero permanecerá sobre tierra polaca…
Hoy en día un campo de batalla es el lugar menos indicado para rescatar a un animalito desprotegido, sin embargo, el valor de la adopción y el cuidado todos los seres indefensos como lo hicieron sus compañeros con él tiene que prevalecer en donde quiera que nos encontremos.
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