Seguramente alguna vez en la vida te has preguntado a que huele la luna, si es el caso, un señor de 66 años, que estudio genética, ha dedicado su vida a desentrañar los misterios del olfato a partir de moléculas, todo tipo de olores, fragancias y efusiones.
“Para recrear el olor de un sotobosque, por ejemplo, en primer lugar hay que ir. ¿Acaso hay musgo? ¿Líquenes? ¿Humedad? Hago un inventario y reúno mis elementos, como un pintor con su paleta de colores, y luego trabajo en las proporciones para intentar afinar al máximo” explica el experto.
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“A falta de oxígeno en la Luna, evidentemente él no podía oler nada, pero en cuanto regresó al módulo, el olor del polvo que se había quedado adherido a la escafandra le recordó a la pólvora negra quemada de los viejos rifles”
Pero ¿cómo hará el olor a luna? Moisseeff decidió explotar en sus ollas, pólvora negra y tras varios intentos fallidos y unos cuantos sustos, logró captura un poso quemado, luego que pudo conseguir ese aroma, busco varios elementos en su laboratorio para obtener un resultado de notas metálicas, carnosas y sulfurosas que provocan un cosquilleo tanto en la nariz como en la imaginación.
Un olor es cuando una molécula se une a un receptor en la mucosa olfativa, generando una señal que provocará una sensación», explica Moisseeff.
«Y esta sensación es absolutamente individual, en función de la genética y de lo que uno haya vivido», agrega.
Sin duda es un amante de los olores, comenta que el humano posee unos 260 receptores olfativos.
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