Todo comenzó cuando un joven y sus amigos originarios de Minnesota, Estados Unidos, se encontraban jugando videojuegos en su casa, pues estaban estrenando un nuevo juego que adquirieron y debido a la emoción, empezaron a hacer mucho escándalo, lo que provocó la molestia de los vecinos quienes llamaron a la policía para quejarse del ruido.
Un par de policías acudió al domicilio y aunque al principio la intención era terminar con el escándalo, terminaron siendo parte de él.
Al llegar al lugar, los oficiales se dieron cuenta que en realidad los jóvenes no estaban haciendo tanto ruido, por lo que no se había cometido ningún acto contra la ley e incluso aceptaron cuando los invitaron a unirse al juego.
El juego en cuestión era Super Smash Bros, y aunque los policías al principio preguntaban sobre cómo usar los controles, los jóvenes notaron que uno de ellos era bueno con Pikachú, por lo que se dieron cuenta que estaban actuando y que también eran aficionados.
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