Vas a dejar de verlos, no una semana, ni un mes, sino el resto de la vida. Los padres fueron las personas que nos trajeron al mundo y con quienes compartiste lo más íntimo y frágil.
Lo que es importante resaltar es que nunca estamos del todo preparados para enfrentar la partida de algún ser querido y menos de nuestros padres, es una gran adversidad que difícilmente se llega a superar totalmente. Lo único que podemos hacer es asumirla y convivir con ella.
Obviamente el modo en que integremos las pérdidas va a tener mucho que ver con la manera en que se hayan producido, cuando es por causas naturales, son dolorosas, pero si son accidentes o algo más fuerte es más difícil aceptarlo.
Cuando llega ese momento en que perdemos a alguien, nos quedamos en shock y solamente vemos una caja, un cuerpo rígido y quieto, que no habla ni se mueve. Que está ahí, sin estar ahí…
Lo que si es que después de esa etapa comienzan a entenderse muchos aspectos de las vidas de las personas que hemos perdido. Aparece una compresión más profunda, quizás el hecho de no tenerlas presentes, suscita el entendimiento sobre el porque de muchas actitudes incomprensibles, contradictorias o incluso repulsivas.
Cuando perdimos a nuestros padres, independientemente de la edad, se suele experimentar un sentimiento de abandono. Aveces algunas personas se niegan a darle importancia como mecanismo de defensa, en manera de negación encubierta.
Entonces ahí esos duelos no resueltos retornan en forma de enfermedad, de fatiga, de irritabilidad o síntomas de depresión.
Los padres son el primer amor. No importa cuántos conflictos o diferencias se hayan tenido con ellos, son seres únicos e irremplazables en el mundo emocional. Aunque seamos autónomos e irremplazables en el mundo emocional. No importa si somos autónomos e independientes, cuando ya no están, se experimenta su falta como un “nunca más” de una figura de protección y de apoyo, de uno u otro modo, que siempre estuvo ahí.
De cualquier modo, una de las grandes pérdidas en la vida es la de los padres. Puede ser difícil de superar, por eso mientras estén vivos, es importante hacer conciencia de que los padres no van a estar ahí para siempre.
Son únicos y nuestra vida nos cambiará para siempre cuando se vayan.