El origen de esta frase es de los siglos XVI y XVII (Siglo de oro) y en esta época se puso de moda llamar «gato» a la bolsa o talego que guardaba el dinero.
Era común que llevarán el «gato» lleno de monedas escondido en la ropa o escondido en la casa para que nadie lo robara.
Los ladrones de esa época tenían que observar si tenía dinero y donde lo llevaba escondido, lo que la consigna que se daban entre sí era que había allí había ‘gato encerrado’.