Así empezaban los finales felices: el príncipe y la princesa se miraban y no tenían que decir nada. A lo mejor cantaban, pero era claro que se casarían al día siguiente y que la relación funcionaría. Una mirada bastaba…
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Después, las comedias románticas lo seguían retratando como si fuera la mejor manera de enamorarse: sin amor a primera vista, las historias no eran tan románticas ni tan divertidas.
Luego creces, te vuelves cínica, dejas de creer en ello y piensas que efectivamente es un cuento. Sin embargo, si alguien te dice: “A mí me pasó”, dudas y hay algo dentro de ti que lo quiere creer.
La doctora Stephanie Ortigue, de la Universidad de Syracuse, y otros colegas de las universidades de Virginia y Suiza, pensaron que no era tan descabellado analizar el mito y probar si el ‘amor a primera vista’ existe o no.
Esto fue lo que descubrieron:
Depende de tu estado mental.
Para que te suceda debes creer que puede pasarte y querer enamorarte. Por lo tanto, es casi un acto de fe. Por otro lado, también depende de que estés viviendo un momento positivo y te sientas feliz.
Si tienes muchos problemas y tu mente se encuentra demasiado ocupada resolviéndolos, sin duda alguna, será muy difícil que pases por la calle, veas a un galán y te pongas a cantar “eres tú el príncipe azul que yo soñé”.
Es predestinado
Debes tener claro cómo son los hombres que te gustan.
Esto parece sencillo, pero requiere de un entrenamiento previo: si te dedicas a ver películas de Chris Hemsworth, porque te hacen sentir bien (generas endorfinas), en cuanto veas a un rubio de ojos azules tu mente estará preparada para reconocer a tu ‘prototipo’ y generará la misma sensación de bienestar.
Si no tienes un tipo de hombre claro y estás más abierta será más difícil que tu mente reaccione rápidamente ante un estímulo en poco tiempo.
Le pasa más a los chicos
Ellos se dejan llevar muchísimo más por el físico que nosotras. En esencia son más visuales, así que se fijan más en las mujeres que pasan por la calle que lo que nosotras nos fijamos en desconocidos. Y cuando ellos ven a alguien que les llama la atención, si la siguen observando, les gustará más.
Por eso es probable que se detengan y traten de conocerla. Las mujeres, en cambio, aceptamos que nos gusta un galán y, por supuesto, disfrutamos de cómo se ve, se viste y sonríe, pero para nosotras no es algo fundamental.
Nos enamoramos más por el trato que nos da, por cómo se va desarrollando la relación. Hablando en generalidades para un hombre es muy necesario sentirse atraído físicamente por la mujer para iniciar el cortejo. Nosotras podemos aceptar uno sin que haya atractivo físico de por medio.
La primera impresión jamás se olvida
La mente analiza la cara de otra persona en un quinto de segundo y decide si le parece atractiva o no. Pero otra vez, esta conclusión es más tajante para los hombres, que se pueden cerrar por completo a conocer a una mujer si no les gustó; mientras que nosotras podemos mantener la puerta abierta y dar más oportunidades de conquista.
Sin embargo, si un pretendiente no nos gustó en un principio, y después nos enamoramos de él, no significa que hayamos cambiado de opinión, que ahora lo veamos guapo ni que cambiara de bestia a príncipe.
De hecho, la realidad es que nuestra mente sigue reconociendo que no es atractivo, pero conectamos con él por otras razones que nos hacen sentir bien de distinto modo.
– ¿Es real o no? –
El término romántico que se le da a esta reacción biológica está, por supuesto, idealizado. Se usa la palabra ‘amor’ de un modo superficial.
Sin embargo, tampoco es ‘deseo’ ni algo necesariamente sexual; es simplemente el reconocimiento de que algo o alguien es atractivo para nuestra configuración genética.
– El ‘amor’ a primera vista es un sentimiento positivo, que nos produce bienestar porque dura segundos. Lo que sucede es un estado de admiración que nos pone en pausa, como si viéramos un atardecer, un paisaje, una flor.
Se le dice ‘amor’ porque nos hace sentir bien y es una sencilla y honesta apreciación de la belleza del otro, no necesitamos nada más, no es egoísta.
– El ‘deseo’, por el contrario, es mucho más complicado, ya que implica querer algo, tener hambre de… Esa sensación no entra en el momento del ‘amor a primera vista’, mas puede ser secundaria y generarse después.
– Por supuesto, así como llega se puede ir; el verdadero reto es hacer que dure, pero ahí ya entran otros paradigmas. Sin embargo, es una gran oportunidad (épica y romántica) para iniciar una excelente historia. Sobre todo, ahora que sabemos que es ‘real’.
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