No obstante, diversos estudios se contradicen, ya que algunos afirman que reduce los síntomas de la fiebre del heno, asma y eczema, dicen, contiene más nutrientes e incluso la pueden beber personas que son intolerantes a la lactosa.
Sin embargo, también es, de acuerdo a los Centros para el Control de Enfermedades, uno de los alimentos más peligrosos del mundo.
«Cuando se maneja adecuadamente, la leche no pasteurizada es base de cultivo para la salmonella, listeria, E. coli y la tuberculosis – bacterias que causan enfermedades graves y, a veces fatal», afirma un especialista.
Toda la leche que se compra en el supermercado, y la mayoría de la leche entregada a su puerta es pasteurizada, es decir, hecha para matar las bacterias dañinas. La leche cruda, por otra parte, sea de vaca o de cabra, se embotella sin ningún tratamiento.
Una forma de reconocer la leche cruda de las pasteurizada, según los expertos, es más amarilla que la pasteurizada.
El productor de leche cruda, Steve Hook, del Reino Unido dice que el sabor es «muy superior, más cremosa y tiene un sabor limpio», argumentando contra los comentarios sobre el sabor deficiente y de poca calidad que algunos especialistas acreditan a la leche cruda.
Sus clientes, que están dispuestos a pagar alrededor de £ 2.60 (alrededor de 45 pesos nacionales) por una botella de leche, también la compran por razones de salud.
«Alrededor del 80 por ciento de las personas que piensan que son intolerantes a la lactosa son realmente intolerante a la leche pasteurizada», dice Hook. «La leche cruda contiene enzimas naturales y bacterias que ayudan a digerir la lactosa».
Las enszimas naturales de la leche cruda se destruyen durante la pasteurización, lo cual dificulta el proceso de digestión en las personas, agrega el productor de leche.
Los partidarios de la leche cruda dicen que tiene más vitaminas y mayores concentraciones de bacterias buenas, el tipo que se encuentra en las bebidas y yogures de tipo probiótico.
Muchas de las afirmaciones, a favor de la leche cruda, son anecdóticas. Pero hay algo de evidencia científica de los beneficios de la leche no pasteurizada.
En 2011, un estudio suizo de 8,000 niños en Alemania, Austria y Suiza encontró que aquellos que beben leche cruda eran 41 por ciento menos propensos a desarrollar asma y tenían la mitad de probabilidades de desarrollar fiebre del heno en comparación con aquellos niños que beben leche pasteurizada.
Los investigadores dijeron que las mayores cantidades de proteína de suero de leche cruda podrían proteger contra las alergias. Sin embargo, no estaban seguros por qué las proteínas evitan asma y fiebre del heno.
Una teoría sobre la leche pasteurizada es que contiene una gran cantidad de bacterias muertas, que pueden desencadenar la inflamación en el cuerpo. Otra es que las bacterias buenas en la leche cruda ayuda a proteger contra las reacciones alérgicas.
Una revisión de la evidencia que rodea a la leche cruda se sitúa en el año 2011, año en que la investigadora Liane Macdonald, de la Universidad de Toronto,llegó a la conclusión de que la leche cruda tiene los niveles más altos de vitaminas B12, E, B1 y ácido fólico.
Pero varios especialistas afirman que, lo que proporciona esos niveles de defensa en los niños que viven en las granjas no es el consumo de la leche pasteurizada, sino el contexto en el que se encuentran; la granja, por una parte, ayuda al mecanismo de defensa de los infantes.
La controversia entorno a la leche cruda divide a consumidores, agricultores y científicos. Las declaraciones sobre las propiedades saludables son susceptibles de ser exageradas, sin embargo, sobre lo que no hay duda es del sabor superior.