Los heladeros lo reconocen: las ventas están condicionadas a la climatología. Es un hecho que las temporadas veraniegas traen un incremento en la demanda de helados cuando las personas buscan saciar su fatiga con un mantecado. El problema para el que lo compra es comerlo con celeridad para que no se derrita, si es que el sol hace su trabajo.
Pero por más absurdo que parezca, un grupo de investigadores de la Universidad de Edimburgo y Dundee, en Escocia, aseguran haber encontrado la solución para que las personas disfruten de sus helados sin temor a que se derritan.
Los científicos han trabajado con una proteína natural para hacer la consistencia del helado más resistente. Esta proteína se mezcla con el aire, la grasa y el agua en las nieves para congelarlas por más tiempo. Lo mejor es que esta introducción no afecta el sabor del helado.
La proteína en la que han hecho estudios positivos es conocida como BsIA. Se produce naturalmente en algunos alimentos y se adhiere a las burbujas de aire y grasa haciéndolos naturalmente estables.
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