Pero entonces, al darnos cuenta de lo “perfecto” que es, aparece en nosotras el pánico en escena: Enamorarnos de un hombre maduro y soltero, ¿no es un sueño?
Si todos los hombres mienten, son infieles, machistas, posesivos, mentirosos, perezosos… ¿Qué probabilidad hay de encontres al que es diferente?
Como mecanismo de defensa, buscamos un detalle cualquiera que nos permita verificar que ciertamente, a la hora de la verdad, él es igual que los demás. Para muchas, es más tranquilizador saber que todos son iguales, que comenzar una historia con alguien que rompe todos los patrones.
El escritor Krishnamurti decía “La creencia, cualquiera sea ella, divide a la humanidad”.
A veces juzgamos a las personas antes de tiempo, creemos o esperamos que sean de un modo, cuando perfectamente pudieran no ser así. Por tal motivo, nos sorprende cuando vemos que un hombre no es como todos los demás que hemos conocido, y nos lleva a plantearnos absurdas preguntas: Si es maduro y soltero, ¿algo debe tener? ¿Será gay? ¿Estafador? ¿Manipulador?
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Si realmente piensas que todos los hombres son iguales, ¿por qué no te quedas con el primero?
¿Para qué sirve actuar de esa manera? ¿Es verdad que a las mujeres nos gustan los cabrones? Claro que no. Lo que pasa es que tendemos a distorsionar la realidad, pues hemos sido educadas para ser sumisas aceptando que los hombres puedan comportarse mal con nosotras. Puede que sea algo a nivel inconsciente, pero tendemos a ver normal que el hombre pueda reinar mientras la mujer debe obedecerlo. Es algo que nos pasa a nivel inconsciente, no tenemos un registro de ello, ni lo buscamos de forma consciente… pero intuitivamente buscamos a alguien que nos pueda proveer de una familia perfecta como aquella en la que crecimos o la que deseamos tener, aunque eso nos lleve a una familia disfuncional.
Es verdad que un hombre te puede llevar a odiar a todos los hombres, pero también un solo hombre puede demostrarte que no todos son iguales. El rechazo hacia esa persona excepcional es nuestra forma de sentirnos protegidas con el enemigo, antes que con el héroe del que no tenemos experiencia previa. Aprende a aceptar las diferencias: tus pensamientos son ideas preconcebidas, no hechos; quizás hasta ahora han funcionado. ¿por ellas te arriesgarías a perder de conocer a un verdadero caballero?