Para lograrlo crearon un robot que enviaba señales a destiempo al cerebro humano, provocando la sensación de que hay alguien más a nuestro alrededor. El experimento se llevo a cabo con un grupo de voluntarios que tenían los ojos vendados. Un robot imitaba los movimientos de sus mano primero a la misma vez y luego con un cierto retraso temporal entre los movimientos que realizaba el voluntario y los que realizaba el robot. Estas condiciones asíncronas provocan que se distorsione nuestra percepción temporal y espacial, provocando esa sensación tan realista de ilusión fantasmal.
Lo que pretendían demostrar con este experimento es que este tipo de sensaciones son en realidad resultado de una serie de alteraciones de las señales sensomotoras de nuestro cerebro que están relacionadas con la generación de conciencia de uno mismo utilizando para ello la información de movimientos propios y nuestra posición.
Quizá muchas de las personas que aseguran haber tenido encuentros paranormales simplemente habían sufrido una equivocación de su cerebro al procesar la información identificando a elementos del “yo” como elementos de “el otro”.
Así que, por primera vez ha sido posible reproducir la sensación de notar una presencia extraña, en un laboratorio.
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