Hay amores que tenemos que esconder, que no podemos compartir y lucir con los demás… Son los amores prohibidos. Estos amores se viven apasionadamente, con la emoción inicial de la clandestinidad, pero al final nos traen amargura, silencios y lágrimas. Te asaltan las dudas, preguntas sin respuestas.
¿Vale la pena sufrir por aquel amor que no nos pertenece? ¿Vale la pena, tanta pena?
Cuando conoces a esa persona, te sientes tan lleno(a) de alegría y felicidad que no piensas en las consecuencias que puede traer a tu vida tener una relación con él o ella… Y es normal que te sientas así, porque el amor hace sacar lo mejor de nosotros, el enamoramiento nos hace sentir emociones y sensaciones que creíamos que ya no volveríamos a sentir.
Pero, ten mucho cuidado con estos amores, hay una delgada línea entre lo que es tu familia y lo prohibido, al cruzarla ten por seguro que nada saldrá bien y corremos el riesgo de que se pierdas a tu pareja, familia, hijos, amigos y puestos de trabajo… Los amores prohibidos son amores que suponen peligro. Toda acción tiene consecuencias y puede que no te guste el final que te deje esta relación prohibida.
Te sientes enamorada, ilusionada y te preguntas:
“¿Por qué debo renunciar? ¿Ahora que encontré el amor, no puedo vivirlo como quisiera?” Y por supuesto que no puedes, ya sea porque tú ya estás comprometida o porque él ya tiene una vida…
Nadie puede ser completamente feliz provocando la infelicidad de otras personas, y no hablamos sólo de a una mujer u hombre, hablamos de los hijos que son los que más sufren con nuestras decisiones de vivir nuestros amores prohibidos. Y no es una crítica porque nadie manda en el corazón, siempre hace lo que quiere, ama, sufre, llora aun sin que nosotros podamos hacer nada… Y es que el amor nos vuelve locos e irracionales.
Es ante esta difícil situación que tiene que salir esa fuerza de voluntad que llevas dentro, debes saber escoger, decidir qué vas hacer al respecto, hacerte preguntas y considerar qué ganas y qué pierdes.
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