Los empleados públicos de Corea del Sur han recibido una orden inusual: ir a sus casas a hacer bebés.
Además del tiempo libre se ofrecen premios generosos a los empleados que tengan más de un hijo y se organizan reuniones con el objeto de que los burócratas solitarios encuentren con quien copular.
Si bien las medidas han sido bien recibidas los críticos sostienen que el verdadero problema no está en tiempo disponible sino en el precio elevado de la manutención y educación de los niños.