"Los perros obtienen habitaciones espaciosas, con todas las comodidades y un teatro especial para ellos, al que los dueños también pueden asistir si lo desean. Además tienen permiso de hacer lo que gusten por el hotel y no es necesario que lleven correas. Si quieren ladrar pueden ladrar hasta decir basta porque no tenemos vecinos que se puedan molestar", explicó Katja Stephan, vocera del Claw Hotel.
El bus del hotel ofrece cuarenta asientos y cada perro tiene su propia cabina privada con cómodas alfombras, aire acondicionado y suave música clásica.
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