No es casualidad que la gente más inteligente hable menos que el resto.
1. Cuando no se habla, se aprende mucho más.
Hablando materializas tus pensamientos en palabras con el objetivo de que tus interlocutores te entiendan, y eso puede hacerte aprender. Sin embargo, el aprendizaje de escuchar, ver y analizar lo que ocurre a tu alrededor es mucho mayor, tanto a corto como a largo plazo.
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2. Los debates y discusiones suelen ser poco productivos.
En función de los que participan en éste y de el tema que se trate, una discusión puede resultar una experiencia tremendamente confusa. En muchas ocasiones, cuando una persona no hace el mínimo esfuerzo para participar es porque sabe que no suelen aportar resultados.
3. La mayoría de gente es aburrida.
Las conversaciones triviales y ordinarias pueden no generar ningún interés en las personas más listas, por lo que no hacen el mínimo esfuerzo para participar en éstas.
4. Serenidad como muestra de seguridad.
La delicadeza y la tranquilidad están universalmente asociadas a la seguridad. Si pudiésemos ver la electricidad en los cerebros de personas muy inteligentes, raramente encontraríamos grandes picos y valles. Estos altos y bajos erráticos son demasiado poco eficientes.
5. Cuanto más tiempo para pensar, mejor.
Ante un problema, una mente callada y tranquila suele generar mejores ideas para solucionarlo. Todos necesitamos tiempo para tomar las decisiones apropiadas, pero las personas más listas suelen hacer un uso más eficiente del mismo.
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